LAS DECISIONES CREATIVAS QUE SE TOMARON
- Juan Montoya
- 30 mar 2021
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 4 may 2021
"Siento miradas que critican y nos juzgan en realidad no sé muy bien que es lo que buscan Nos señalaron por las cosas que escribimos nos condenaron porque siempre las dijimos porque de acuerdo no estamos porque ni entero tragamos así protestamos pero también preguntamos"
Porqué pensamos diferentes
(Nepentes: 2011)
Paisaje insurrecto

Para reflexionar sobre los escenarios de precarización, mercado de riesgo y desconexión de los mecanismos de representación política oficial que viven las biografías juveniles, Rosana Reguillo recurre al símil de “paisaje insurrecto” en una clara apuesta política e intelectual por desentrañar o deconstruir las formas como se estudian las subjetividades juveniles.
En su texto "Paisajes insurrectos, jóvenes, redes y revueltas en el otoño de 2017" realiza un tránsito por cuatro paisajes que permiten entre otras cosas: entender la crisis y el declive del proyecto civilizatorio (paisaje 1), las políticas de lugar (paisaje 2), a partir del entendimiento que a) las insurrecciones surgen donde las personas experimentan pérdida de potencia, b) donde hay acumulación de afectos tristes y c) donde de manera colectiva «plaza-deseo» ha sido posible nombrar —en colectivo— las fuerzas que minan los afectos.

Todos este andamiaje conceptual en su conjunto se convierte en una especie de rompecabezas analítico, metodológico y político que ofrece múltiples rutas para abordar el estudio de las biografías juveniles y que en este caso en particular, sirvió como punto de partida para acercarme a esas formas de articulación, protesta y resistencias de las subjetividades juveniles en el marco del Covid 19.
La idea de paisaje insurrecto en tiempos de pandemia me conecta con el concepto de “resistencias heterogéneas” el cual aboga por trascender la mirada monolítica que pretende homogenizar la visión de la organización social de la ciudadanía, reconociendo que así como existen partidos debilitados y poco creíbles, economías materiales y simbólicas centralizadas que nos dispersan en agrupamientos donde las protestas se diluyen, a menudo, en simulacros de participación (García, 2020:117), también desde diferentes espacios se gestan resistencias hacia esa sensación de sentirnos prescindibles. Es por esto que parto del hecho que las subjetividades juveniles no son una estampa o una etiqueta monolítica, ni son buenas o malas per se, agencian múltiples mensajes y hay una fuerte tendencia hacia la generación de ruido, las instituciones y las políticas hegemónicas.
Del universo de temas y urgencias que componen el paisaje insurrecto, inicialmente se había priorizado un trabajo alrededor de ciudades como Cali, Bogotá y Medellín, en clave de protestas estudiantiles o manifestación agenciadas alternativamente por experiencias vitales que se “salían” del modelo tradicional “líder representante” “delegado del sector” y que tenían agendas propias, acciones conectivas que le apostaban por irrumpir en el espacio público en lógica rizomática entre lo offline y lo online. Sin embargo, fue el mismo acercamiento a “campo”, sumado a la dificultad para concretar entrevistas virtuales en escenarios de desconfianza, perfilamiento y persecuciones con las experiencias inicialmente identificadas, y la observación participante en los escenarios virtuales, las que fueron depurando la ruta y centrando el análisis en experiencias que emitían su mensaje desde el departamento de Antioquia y agenciaban una pluralidad de temáticas como:

El aborto (@jovenesvive1) desde una de las ciudades tradicionales y conservadoras de Antioquia, la comunicación popular producida desde los barrios de Medellín para cuestionar el poder local y las medidas de la pandemia (@Corpo_MiComuna), la comunicación alternativa (@cofradiacambio) para interpelar a los medios de comunicación tradicional y al poder político, la resignificación de la palabra puta y el trabajo sexual (@PutamenteP), y la cibermilitancia (@elANTIMILI) alrededor de la objeción de conciencia frente al reclutamiento militar y el consumo político de la marihuana.
En su conjunto una pluralidad de mensajes que le apuestan a interrumpir todo lo que les #emputa operando en una “lógica” de “insurgencia”, tal y como lo plantea Arditi quien asume que las insurgencias son esos “pasadizos o conectores entre mundos, entre el actual y otro posible, por lo que son modos de poner en acto una promesa de algo diferente por venir” (Arditi, 2011:148).
Ahora bien, como mi empute se relaciona con esa desconexión entre lo que pasa en los territorios, las apuestas o reivindicaciones sectoriales o poblacionales de la ciudadanía, y la oferta pública institucional ligada a los discursos de lo que puede ser o no considerado como participación ciudadana, trabajé durante este viaje con la idea de paisaje, en la cual existieron unos sonidos, unas imágenes, unos mensajes, unas coyunturas y unos tránsitos entre lo offline y online específicos que tuvieron diferentes intensidades, conforme sus agendas iban siendo afectadas por el contexto nacional.

Imágenes del paisaje insurrecto.
En el trabajo referenciado de Reguillo (2017), uno de los principales elementos aportados a la hora de analizar el paisaje insurrecto contemporáneo, es el cambio de la demanda por el mensaje, refiriéndose justamente a que las subjetividades juveniles logran realizar una ruptura básica: “cambiar la lógica de la “demanda”, por la del “mensaje”. La demanda instaura un interlocutor, generalmente el Estado o, los poderes económicos; mientras que el mensaje se dirige a las personas, en un proceso creciente de interpelación…” (Reguillo, 2017:10).
En este sentido, el interés se centró en identificar mensajes en los escenarios virtuales y presenciales durante la pandemia y cómo se dio el tránsito hacia la intervención política en el espacio público, a través de diferentes acciones conectivas orientadas a incomodar el estatus quo, es decir, que generan interrupciones. La idea inicialmente planteada alrededor de la “imagen” era crear un diseño fresco, visualmente limpio, predominantemente urbano, juvenil, que despertara emociones a través de una mezcla de imágenes y audios con contenido y significado político, que permitieran construir un flujo de comunicación e interacción alrededor de los temas de investigación.
A partir de diferentes recursos audiovisuales y sonoros, me propuse construir micromomentos del paisaje insurrecto, para lo cual construí perfiles en Facebook, Twitter, Instagram que permitieran ingresar al “campo” no solo para identificar los emputes y las interrupciones agenciadas por las subjetividades juveniles, sino también generar conversaciones, publicaciones sobre coyunturas, réplicas de información clave, entre otras.
Perfiles para navegar por el paisaje insurrecto
“Camila: Cata me llegó una invitación de @interrupciones1 ¿Eso qué? ¿Es como de guerrilleros?
Catalina: María Camila dele aceptar a la invitación @interrupciones1 que es el perfil que creó mi hermano para hablar de todo lo que no puede decir públicamente, porque lo echan del trabajo…”
Conversación Catalina Montoya y María Camila Agudelo (2020)
Para empezar a movilizar las diferentes piezas visuales en las que hacían visibles emputes, hartazgos, insatisfacciones, incertidumbres, impotencias, frustraciones y enojos frente a la experiencia cotidiana y las coyunturas que atraviesan las biografías juveniles en el contexto de pandemia, creé un perfil en redes sociales: @interrupciones1, con la intención de ir acercarme a los mensajes a través del “Retwittear” o “compartir”, lo que va activando una especie de “bucle” o burbuja de afinidades alrededor de unos públicos, unos temas y unas urgencias.
Con @interrupciones1 voy aprendiendo a navegar en el mundo de las redes sociales, identificando cómo el “bucle” va acercando afinidades, incrementando los seguidores (96 en Instagram, 38 en Twitter, 116 en Facebook), generando “reproducciones” y “me gustas” en contenidos específicos asociados a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, las masacres a líderes, el cinismo y el autoritarismo del gobierno. Aprendiendo que el mencionar directamente otro perfil y su mensaje agenciado, abre la posibilidad de adquirir más visibilidad.
Sin embargo, entre más me voy introduciendo en el “bucle”, más se va cerrando el diálogo y la interacción con usuarios, otras tendencias y otros mensajes, lo que implica que necesariamente en redes sociales el contenido enunciado te ubica en una posición donde la cancelación o el bloqueo también se convierte en la forma de callar los mensajes que no nos gustan.

Incluso, la misma diversidad de las experiencias que hacen parte del “bucle” sobre el que voy navegando alrededor de los mensajes anteriormente enunciados, se va agrietando cuando se asumen posturas que atentan contra “la visión política” de quien goza de una “indignación selectiva” y que no admite, por ejemplo, reivindicar el derecho que tienen las mujeres sobre sus cuerpos. Por estos motivos, cuando el “bucle” se rompe, aparece la “cancelación”, el bloqueo y tu contenido instantáneamente se convierte en “cutre”. Desde esta lógica, el tomar posición política y enunciarla a través de las diferentes redes, termina solidificando “el bucle” como una especie de burbuja donde los que sigo y me siguen piensan muy similar entre sí.
Sonidos del paisaje insurrecto
La música y las líricas que acompañaron las diferentes piezas audiovisuales no eran un simple accesorio que musicalizaba un video o ambientaban una pieza gráfica, por el contrario, cada una de las obras seleccionadas fue una clara e intencional apuesta política que da cuenta de un paisaje insurrecto, con contenido político de denuncia, que tienen múltiples historias detrás de su composición y en la misma letra o composición.
Los sonidos de este paisaje insurrecto huelen a asfalto, a comuna, a barrio, a empute. Arrastran memorias de jóvenes que en su momento quisieron interrumpir la precariedad y la muerte que recorrían y recorren las calles de Antioquia y hoy, sin “ser jóvenes” en términos “legales”, siguen agenciando mensajes a través de sus letras, ritmos y emputes.
Las experiencias sonoras incorporadas dan cuenta de una transición que arranca con los jóvenes de los 90 y llega hasta la actualidad en la que experiencias vitales en medio de coyunturas, agendas diversas, plurales y urgentes le apuestan por mezclar no solo ritmos, sino experiencias y reivindicaciones cargadas de alto contenido político.
LOS SUZIOX (1996)
Es una banda de punk originaria de la zona noroccidental de Medellín que nació en el año 1996 y a través de sus canciones hace una crítica a toda la institucionalidad.
Mensaje 1. “De dónde sale el dinero” una crítica a la policía y a la justicia
NEPENTES (1998)
Es una banda que mezcla Rap Metal, Metal Alternativo, Nu metal y Rap rock. Esta banda nace en Medellín en el barrio Manrique, en medio de zafarranchos, barrio, pasión, ciudad y dolor. Una banda con un mensaje político que nació con la necesidad de luchar contra las etiquetas y los estigmas.
Mensaje 2. “Porque Pensamos Diferentes” un grito profundo por el respeto a la diferencia
ALCOLIRYKOZ (2005)
Es un grupo de hip hop que nació en el barrio Aranjuez de la ciudad de Medellín, Colombia en el año 2005. sus letras están llenas de vida de barrio, de calle, de Medellín, de originalidad, de vida.
Mensaje 3. “Fruko y sus presos” un recorrido por los sabores, las fiestas y los encuentros que se dan en los barrios

RANCHO APARTE (2005)
Es una banda chocoana conformada en 2005 por jóvenes, que a partir de la música tradicional de su tierra (la chirimía), realizan nuevas creaciones y experiencias sonoras. Se les conoce como “ los punkeros’ del Pacífico”
Mensaje 4. “poniéndote a gozar” El empute
PLENA COMBATIVA (2017)
Es un proyecto musical político-feminista de mujeres de Puerto Rico que nace en 2017. Buscan crear y ejecutar transgresiones político-musicales como herramienta de lucha, protesta y propuesta.
Mensaje 5. “El tumbe” una apuesta por acabar el sistema patriarcal, racista, binario, capitalista y colonial

¿QUIÉN LOS MATÓ? [VIDEO OFICIAL] - HENDRIX, NIDIA GÓNGORA, ALEXIS PLAY & JUNIOR JE (2020)
Una fusión creativa surgida en medio de la masacre de jóvenes en los cañaduzales del Valle.
Mensaje 6. “Quién los mató"
es un canto contra el racismo, la desigualdad y la violencia


















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